visito mi pueblo a menudo, por ver a mi familia, por cambiar de aires, por ir al monte, estar con las gallinas
a veces, muy pocas veces, me reencuentro con mis amigas del colegio
nos seguimos la pista en la distancia, bodas, rupturas, embarazos
y sólo quedamos a tomar café una o dos veces al año
es entonces cuando me veo cara a cara con lo que no soy ni me gustaría ser
y el shock es tan grande que me invade una felicidad absurda
por no ser, ni pretenderlo...
esa sensación de haber hecho bien las cosas
y haber tomado los caminos adecuados